Por Marianella Cordero
Hay una enorme cantidad de personas que está harta de “la moda de correr”, y lo expresan abiertamente.
Y bueno, bien por ellos, todo mundo puede opinar y eso me parece normal. De repente un timeline se llena de fotos de una media maratón el día anterior, o tal vez justo cuando era necesario atravesar San José, las calles están cerradas “por otra carrera de esas”.
“Qué pereza con ese montón de vagos”.
En fin. No tengo que justificarme ni defender nada. A mí no me gusta la bachata y no hago drama por eso, nada más no la oigo.
Lo que me llama la atención es que no pocos detractores del atletismo digan que muchos hacemos esto “para que nos vean”.
Nos tagueamos en fotos “para que nos vean“.
Hacemos un selfie con las tennis nuevas “para que nos vean”. O decimos “me levanté a las 3 am para hacer un fondo de 25 kms” solo para que nos lean. (Claro, porque es super vacilón levantarse a las 3 am).
Y saben qué. No los voy a contradecir. Tienen toda la razón.
Hasta el corredor más calladito, más solito, corre para que lo vean, y ni cuenta se da de lo que eso significa.
Yo comencé este blog para obligarme a correr, a ser disciplinada, en un intento, digamos, por “creérmela”, por llevar un registro de lo que significaba no haber corrido nunca hasta ser maratonista. Una. Dos. Tres veces maratonista.
Y comencé a correr porque me dio la gana, pero no fui consciente de que cada vez que me puse las tennis, me estaban viendo.
Mis sobrinos me estaban viendo. No los paso aleccionando para que hagan ejercicio pero sé que les digo mucho cuando me ven llegar cansada y feliz de correr, con los talones sucios y la cara llena de sal.
Mis amigos me estaban viendo. Yo ni cuenta me di, hasta que uno, tres o cinco se me acercaron y me dijeron “de tanto verte y leerte, me dieron ganas de correr. Ya hice 10 kms”. Jesús. Qué culpa. Qué bonita culpa.
Mi mamá, que jamás va a verme a una carrera, me ha estado viendo. Ayer me vio levantarme temprano para ir a correr, justo en diciembre cuando da más pereza, hace más frío en la mañana y sabe mejor un tamal que un entrenamiento. Y me dijo algo que me conmovió: “ay hija, te admiro, eso es pura disciplina”. ¡Mi mamá! ¡Diciéndome eso a mí! Mi tío Luis, que ha estado muy enfermo, se hace tirado de la silla para ir a hacerme porras cuando paso por su casa en Belén, cada vez que corremos Powerade. ¡Ud. cómo cree que me siento cuando él me aplaude!
Pero uno de esos amigos me lo dijo de otra forma, y ahí sí que casi me puse a llorar, me enterneció.
Quedamos en salir a “rodar” un ratico, apenas a ritmo quemagrasa, o como me gusta decirlo: “conversadito”. Íbamos corriendo y me dijo “qué chiva, ya yo me había imaginado que salíamos a correr, y que conversábamos, qué dicha que hoy pudimos“. Y me dio las gracias. ¿Gracias, a mí? ¿De qué?
Sí. Aunque usted no se da cuenta, usted corre para que lo vean. Usted es un ejemplo de muchas cosas.
Y nada tiene que ver con que llegue de primero, o que llegue con la ambulancia. Tiene más que ver con sus deseos de salir a llevar aire, moverse, hacer algo por su salud física y mental.
Así que para los que nos critican por “exhibicionistas” o narcisos del asfalto… buen día y… llámennos como quieran. Corremos para que nos vean. Y cuando alguien se inspira al vernos y decide hacer deporte, quedamos más contentos que al inicio.
Hubo personas a las que vi corriendo, y me inspiraron a comenzar a hacerlo, hace ya tres años… ¡uh! Cómo vuela el tiempo. Mi amigo y colega Andrés Corrales fue uno de ellos. ¡Sus fotos de los fines de semana corriendo me inspiraban montones! Ahora él hace Tri. Y por supuesto, el culpable de todo: Edison Peña. Todavía sueño conocerlo y decirle gracias. Tres maratones después, ¡gracias!
Cuando usted se pone los tennis, sus hijos lo están viendo. Cuando usted llega a la oficina con un par de kilos menos, sus compañeros lo están viendo. Cuando su médico lo felicita por bajar los triglicéridos, sus familiares lo están viendo.
Cuando usted “estorba” en las calles de San José, mientras algunos le gritan “vago”, otros lo ven y dicen: “pucha… qué dichoso”. Cuando sus conocidos van a su casa y ven ese montón de medallas, ellos también se preguntan por qué ud, sin ser César Lizano, ha terminado tantas carreras.
Así que este Año Nuevo, corra para que lo vean. Porque esos que lo ven, no lo dejarán parar jamás, ni siquiera cuando usted sienta que está cansado o que no ha avanzado nada. ¡No sabe a cuánta gente le está hablando con el ejemplo! Y eso es valiosísimo.
Si este blog le sirve para reírse de mí, burlarse, inspirarse, cuestionarse, y al final de todo eso, ponerse los tennis, pues bienvenido.
Para eso es esta Vuelta a la Manzana.
Nota final: Ayer por fin me saqué el clavo con la San Silvestre. Fijo muy pocos colegas míos se inscribieron, porque inexplicablemente ¡gané la categoría de prensa, en femenino! La ruta ahora nos lleva a Palmarín el 25 de enero y Color Run el 16 de febrero. Y si Dios me da vida, que confío en que sí, la Maratón de París en abril.
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Marianella Cordero es periodista; nació en San José, Costa Rica, el 7 de julio de 1977. Ha trabajado como reportera, presentadora y locutora en su país. Actualmente es la directora editorial de la revista ¡HOLA! para Centroamérica. Aunque no ha roto ningún récord, ya ha corrido tres maratones: NY 2011 y 2013, y Roma 2013. Entrena para la de París de este año. Escribe en su blog www.unavueltaalamanzana.com desde que comenzó a correr, hace un poco más de 3 años.
Foto: GINSport
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